Cien
sonetos
de amor
Tengo
hambre
de tu
boca, de
tu voz,
de tu
pelo
y por
las
calles
voy sin
nutrirme,
callado,
no me
sostiene
el pan,
el alba
me
desquicia,
busco el
sonido
líquido
de tus
pies en
el día.
Estoy
hambriento
de tu
risa
resbalada,
de tus
manos
color de
furioso
granero,
tengo
hambre
de la
pálida
piedra
de tus
uñas,
quiero
comer tu
piel
como una
intacta
almendra.
Quiero
comer el
rayo
quemado
en tu
hermosura,
la nariz
soberana
del
arrogante
rostro,
quiero
comer la
sombra
fugaz de
tus
pestañas
y
hambriento
vengo y
voy
olfateando
el
crepúsculo
buscándote,
buscando
tu
corazón
caliente
como un
puma en
la
soledad
de
Quitatrúe.
Pablo
Neruda
 |