Copos de
nieve
Para
endulzar
un poco
tus
desvíos
fijas en
mí tu
angelical
mirada
y hundes
tus
dedos
pálidos
y fríos
en mi
oscura
melena
alborotada.
¡Pero en
vano,
mujer!
No me
consuelas.
Estamos
separados
por un
mundo.
¿Por
qué, si
eres la
nieve,
no me
hielas?
¿Por
qué, si
soy el
fuego,
no te
fundo?
Tu mano
espiritual
y
transparente,
cuando
acaricia
mi
cabeza
esclava,
es el
copo
glacial
sobre el
ardiente
volcán
cubierto
de
ceniza y
lava.
Salvador
Díaz
Mirón
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