Nadie me enseñó a dosificarme

 

En el amor

me tocó estar en el bando

 de las que aman,

de las que flotan,

de las que tiemblan,

e igual romantizan una hoja

cayendo en el otoño

que una lágrima resbalando por un…


“¿fue bonito, verdad?”


Soy de las que se entregan por completo,

nadie me enseñó a dosificarme;

y amanezco con resaca

cuando abuso del amor,

y es que siempre abuso...

por si no hay mañana.


En mi piel no hay armaduras

ni blindajes,

ni corazas;

me gusta sentir el amor corriendo,

dejando grietas,

raspando;

hay secuelas de caricias,

cicatrices de guerra,

heridas de paz,

y una pequeña marca

en mi clavícula

que nadie hizo,

pero yo me dibujé.


No me avergüenza

lo idiota que fui

por tantos poemas

que nunca entregué;

el valor lo reservé

para pedirme perdón

por equivocarme tantas veces

de destinatario.


Si pudiera pedir un deseo,

me gustaría que quemara menos

el frío que queda

después de un adiós,

siento tanto

y me cuesta tanto anestesiarme...


En el amor

me tocó estar en el bando de

las que nunca pierden,

porque gana siempre

quien más ama.


Y ellas siempre ganan.


Del olvido no podría contarles,

eso señores,

¡eso aún no sé qué es!


 ZàiL


[nadie me enseñó a dosificarme ]


©10 marzo 2020 
ZàiL InVerso  ZàiL VERSEáNDOTE

 

 

 

 

 

 

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