Yo lo único que sé
es que…
A mí me tomó de la
mano cuando más lo
necesitaba.
Me
enseñó a sonreír y a
agradecer por las
pequeñas cosas.
Me
enseñó a llorar con
fuerzas y a dejar
ir.
Me enseñó a
despertarme
agradecida,
saludando al sol
y a acostarme con la
cabeza tranquila.
A
caminar muy lento y
muy descalza.
Me enseñó a abrazar
a todos y a
abrazarme a mi.
Me enseñó mucho, me
enseñó todo.
Me enseñó a quererme
con ganas.
A querer a quien
está al lado y a
darle la mano.
Me enseñó que
siempre me está
hablando en lo
cotidiano,
en
lo sencillo, a
manera de mensajes y
que para escucharlo,
tengo
que tener abierto el
corazón.
Me enseñó que un
gracias o un perdón
lo pueden cambiar
todo.
Me enseñó que la
fuerza más grande es
el
amor y que lo
contrario al amor es
el miedo.
Me enseñó cuánto me
ama a través de mil
detalles.
Me enseñó que los
milagros sí existen.
Me enseñó que si yo
no perdono,
soy yo la que se
queda prisionera, y
para perdonar
primero
tengo que
perdonarme.
Me enseñó que no
siempre se recibe
bien por bien,
pero que actúe bien
a pesar de todo.
Me enseñó a confiar
en mí y a levantar
la voz frente a la
injusticia.
Me enseñó a buscarlo
dentro y no afuera.
Me
deja que me aleje,
sin enojarse.
Que salga a conocer
la vida.
A equivocarme y a
aprender.
Y me sigue
queriendo, cuidando
y esperando.
Hasta me dejó
aprender de otros
maestros sin ponerse
celoso;
porque es de necios
no escuchar a todo
el que habla de
amor.
Me enseñó que sólo
estoy aquí por un
tiempo,
y
sólo ocupo un lugar
pequeño.
Y me pidió que sea
feliz y viva en paz,
que me esfuerce cada
día en ser mejor
y
en compartir su luz
conociendo mi
sombra, que
disfrute, que goce,
que ría, que llore y
que valore, que
Él siempre va a
estar conmigo…
que, aunque dude y
tenga miedo,
confíe,
ya que esa es la fe,
confiar en Él a
pesar de mí…
Sólo sé cómo se
llama… se llama
Jesús.
Autor:
Grabriela Mistral. |